Robustiano Viña: "Recuerdos" (1935)
El pueblo donde nací, Luanco / Lluanco, como otros pueblos, cuenta en su historia con numerosos peronajes que aún permanecen en la memoria de muchos de nosotros, incluso entre aquellos que no los conocieron. Uno de ellos es Robustiano Viña Mori (1882–1966), fundador en 1920 de “Litografía-Viña”, en Gijón/Xixón. Era sobrino de otro litógrafo, Luciano Mori Muñiz, quien le enseñó el oficio. Robustiano y su hermano Juan (1885–1956) llegaron a contar con dos locales en Gijón, en el 106 de Marqués de Casa Valdés y otro, a continuación, abierto en 1925, en la confluencia con la actual Avenida de La Costa, que en la II República se denominó calle de Francisco Ferrer y Guardia. En los año 60 del siglo pasado trasladaron el negocio a un nuevo edificio en La Calzada, que se mantuvo en activo hasta el año 1999. El Ayuntamiento de Gijón adquirió los fondos de la litográfica, junto con la maquinaria, para crear, en el 2001, el Centro de Estampación Artística “Litografía Viña”, en el barrio de Cimavilla.
Recuperamos aquí un artículo escrito por Robustiano para el álbum de las fiestas del Socorro, del año 1935:
RECUERDO DE NUESTRA INFANCIA. “EL DÍA DEL SOCORRO”
Cuando se está ya en el comienzo de la segunda mitad de un siglo de vida y se siente la satisfacción de haber nacido en Luanco y el legítimo orgullo de ser hijo de pescador, hablar de la fiesta del Socorro, es pretender, por un momento, hacer perder el juicio.
¡¡El día del Socorro!! ¡Cuán agradables recuerdos trae a nuestra mente ese acontecimiento religioso de la villa luanquina.
Una semana antes daba comienzo la Novena en la iglesia parroquial, cantada por un coro de voces de marineros, que don Eduardo, con paciencia de benedictino, dirigía amorosamente. Precedía al rito, el consabido «paseín» por el Cabildo, en donde la chiquillería perturbaba los coloquios de la mocedad, en un atardecer frío y húmedo, como corresponde a esta estación invernal.
Después, la víspera de la fiesta. Música a las doce en la plaza de la iglesia, en donde la simpática Banda Municipal -ya la había entonces, que conste- nos deleitaba con sus mazurkas y habaneras, que la gente joven, en su casi totalidad mujeres -pues los hombres, si el tiempo lo permitía, se hacían al mar en busca del codiciado besugo- aprovechaba para bailar a todo lo largo de la acera de la casa de la Pola, pues el pavimento de la plaza, lleno de «regodones», no permitía seguir acorde los compases de un vals corrido.
Por la noche, la «foguera» animada vivamente por el tío «Malverde», el cual con verdadera fruición atizaba el «rozo» en grandes llamaradas, constituyendo gran deleite en los rapaces que, inconscientemente, saltábamos sobre las llamas, propicios a sufrir un accidente. Mientras, las parejas jóvenes -pues ya entonces habían llegado las lanchas- zurcían a su modo, casi siempre con los pies calzados de almadreñas, los bailables que los músicos volvían, incansables, a repetir. Los cohetes de luces y los fuegos de artificio encantaban a todos, aun cuando justo es decir, sus inoportunas luminarias eran el tormento de alguna pareja descuidada en los bancos del Cabildo. Lo que desde luego constituía para los chicos de entonces gran atractivo, eran les «paxarines». ¡Qué espectáculo más agradable para nosotros ver deslizarse un cohete serpentina por un terso alambre pendiente del balcón central de la torre de la iglesia, a un palo, instalado cerca del «Desmayo»![1] Ingenuamente lo confesamos. Para nosotros aquel momento era lo más emotivo de la fiesta. Causaba en nuestro espíritu tal sensación, que ya podrían ahora presentarnos las más atrevidas y resonantes tracas valencianas. Nada significarían ante una «paxarina» de ida y vuelta, en la «foguera» del Socorro.
Y, al fin, llegaba el día grande. Muy temprano ya, la gaita y el tambor que bajaban de alguna parroquia aldeana, nos despertaban con sus sones estridentes, invitándonos a gustar las emociones del día. Nuestra santa madre nos tenía preparado entonces las mejores galas, que, todos en la casa, empezando por nuestro progenitor, íbamos poniendo con gran cuidado y cariño. ¡Ahí es nada! ¡¡Era el día del Socorro!! A las diez, del Ayuntamiento salía la comitiva oficial precedida de los carabineros, rutilantes al sol sus bayonetas y marcando un paso marcial ensayado, sin duda, días antes, por el «Zapardel». El alcalde, el señor cura, don Pepito, de grata recordación, el ayudante de marina, la Directiva del Gremio, y un gran cortejo de simpáticos pescadores, luciendo todos ternos de paño oscuro y al cuello un lazo, casi siempre negro, que sus compañeras habían colocado con amor sobre las tersas pecheras de sus «camisolas» inmaculadas.
Seguidamente, la procesión con igual solemnidad que hoy todavía, nos parece, existe. Después, misa a toda pompa, con sermón en el que el predicador no podía omitir la narración del milagro sin contraer la justa irritabilidad de los marineros. Terminada la fiesta religiosa, llega la hora de la comida, que ha de ser extraordinaria, en la que no faltaba el plato de arroz con leche. Por último, la romería en el Cabildo y plaza de la iglesia. ¡Era de observar las vueltas que nosotros dábamos en derredor de las mesas de confites y cestas de avellanas, apretando en la mano los diez céntimos que en casa nos habían entregado como cosa fuerte, y que siempre, casi siempre gastábamos en caramelos largos de la «Pontona»…!
¡Cuánta sencillez en todo ello! ¡Y cuánta sublimidad en el espíritu limpio de un niño de diez años, hijo de humilde pescador, y nacido en Luanco!; en donde hoy como ayer, no obstante la truculencia de los tiempos que vivimos, seguramente hallaríamos, para nuestro consuelo, algún niño que, cual nosotros entonces, con igual frenesí anhele llegue ese día y que santifique con la misma unción esa grata efeméride, que deseamos perdure por los siglos, como vigorizante de la fe de los marineros de nuestro pueblo.
Robustiano Viña
[1] El “Desmayo” era el nombre con el que se conocía popularmente a una mimosa que se encontraba al comienzo de la calle que bajaba al muelle de Luanco.
Fuentes consultadas:
- DÍAZ, Mª del Mar: “Establecimientos litográficos en Asturias. Historia mercantil y desarrollo laboral”. Colección: “La herencia recuperada”.
- www.litografiavina.es (esta web actualmente no existe)
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