
En el concejo de Tineo, Asturias, todavía queda alguna persona mayor que recuerda haber oído de pequeño historias a cerca de un personaje llamado el "Capitán Fanosa". Se trata de Manuel Ramón Pérez-Fanosa, nacido en 1790 en La Fanosa, una aldea del mismo concejo, cuando era entonces rey de España Carlos IV. Manuel era hijo de Manuela Suárez Valentín, vecina de Yerbo, y de Francisco Pérez-Fanosa, hijodalgo notorio, juez noble y alcalde mayor del Coto Jurisdiccional de Las Morteras, perteneciente al mayorazgo y Casa de Tineo, cuyos poseedores, además de tener derecho a elegir y nombrar juez ordinario y escribano, eran señores "de horca y cuchillo", es decir, que desde época medieval tenían jurisdicción para castigar a sus vasallos incluso con la pena de muerte. Todavía en la actualidad la antigua casa natal de Manuel conserva el mote de "el Alcalde". Tanto la madre como el padre habían estado casados con anterioridad, ella con Francisco García Miranda y él con Ana González. Se da la curiosidad de que uno de los hijos de este último matrimonio, Nicolás, el
mayorazo - nombre con el que se conoce en Tineo al primogénito heredero de los bienes de una familia - acabaría casándose con Josefa García, hija del matrimonio de Manuela y Francisco. Por lo tanto, Manuel era a la vez primo y hermanastro de Nicolás y de Josefa.
El coto, cuya capital era Villarmilde (hoy en día ha perdido ese nombre y se conoce como La Mortera), se correspondía prácticamente con los límites de la actual parroquia de Santiago Cerredo, que se describen en las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada de 1752:
“... por el oriente, con (terrenos) incultos de la parroquia de Borres, de el coto de San Goñedo; del medio día con otros de la de San Estevan de Sobrado, conzexo de Tineo; al Poniente, también con términos yncultos de la de San Andrés de la Pola, conzejo de Allande; y al Norte, con el río que llaman de Beisa el Pie, y términos yermos de los lugares de Recorba y Zerezedo, de dicho Conzexo de Tineo...”.
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El Coto de Las Morteras, según el croquis que aparece en las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada |
La familia pertenecía a la pequeña nobleza rural y tenía arrendado el mazo que había en La Fanosa, propiedad de la Casa de Tineo. En este ambiente, algo más "acomodado" que el resto de sus vecinos, creció Manuel.
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Arriba, actual Casa el Alcalde. Abajo, el antiguo mazo, detrás de la casa. |
Ingresó en el ejército a la edad de 17 años, luchando contra las tropas invasoras de Napoleón, y durante sus más de 30 años de servicio en el ejército logró alcanzar el grado de Coronel. Recorrió la mayor parte de España y algunas de sus posesiones en ultramar (Isla Margarita, en la actual Venezuela, Puerto Rico y Cuba) y participó en tres de los episodios más convulsos de la historia de nuestro país: la Guerra de la Independencia (1808 - 1814), el Trienio Liberal (1820 - 1823) y la 1ª Guerra Carlista (1834 - 1840), destacando en todos ellos por su arrojo y valentía. Solo permaneció en su casa de Cabanas (Yerbo) entre 1824 y 1835. En el año 1836, en plena guerra carlista, llegó a ser nombrado durante un breve período de tiempo Gobernador Militar de Oviedo. Al final de su vida alcanzó el grado de Coronel del Regimiento de Infantería de Navarra, 6º Ligero, y en el año de su fallecimiento, en 1840, se le entregó el título de Comendador de la Orden de Isabel la Católica.
Gracias a los documentos conservados en el Archivo General Militar de Segovia podemos conocer una cronología de las campañas y acciones en las que intervino.
La Guerra de la Independencia (1808-1814)
En el año 1807, la Francia de Napoleón Bonaparte y la España de Manuel Godoy, valido de Carlos IV, firmaron el tratado de Fontainebleau, por el cual se permitía a las tropas francesas atravesar el país para invadir Portugal, aliada de Gran Bretaña. Los franceses utilizaron este acuerdo como pretexto para invadir España, dando comienzo, en 1808, a la Guerra de la Independencia y a la carrera militar de Manuel Pérez-Fanosa a las órdenes del General Ballesteros en la línea de Colombres (Ribadedeva, Asturias).
En 1809, Fanosa se incorporó a la 5ª División Asturiana comandada por José Worster, Coronel de artillería, encargada de defender la línea del Eo y apoyar al ejército de Galicia, participando en diversas acciones militares a lo largo de Asturias, León, Zamora y Salamanca. Participó en la batalla de El Carpio, junto a Medina del Campo, el 23 de noviembre, y en la de Alba de Tormes, a finales del mismo mes, la primera con victoria española y la segunda con victoria francesa.
La derrota de Alba de Tormes posiblemente condicionó que Fanosa no volviese a entrar en acción hasta el mes de agosto del año siguiente en la batalla de Cantalgallo, en Extremadura (11 de agosto), con nueva derrota de los españoles. Continuará en esa región a lo largo de 1811, participando en el combate de Villanueva de los Castillejos (25 enero), en la Batalla de la Albuera (16 de mayo) y en la acción de El Aceuchal, donde es herido de bala. Pasa a Andalucía, donde embarcó en Ayamonte con el ejército del general Joaquín Blake, enviado por el Consejo de Regencia establecido en Cádiz con destino a Almería.
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El mariscal Beresford desarmando a un lancero polaco en la batalla de La Albuera. Grabado de T. Sutherland, 1831. Wikipedia
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En 1812 se encuentra en la Isla de León (Cádiz), sitiada por las tropas francesas, con lo cual es muy probable que asistiese el 19 de marzo al histórico acto de aprobación de la primera Constitución Española, la famosa Pepa.
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La promulgación de la Constitución de 1812, de Salvador Viniegra |
Al año siguiente, 1813, en plena retirada del ejército francés, participa a finales del mes de junio en la toma de Pancorbo, en el norte de la provincia de Burgos, y desde el 17 de julio, en el bloqueo de Pamplona. Posteriormente interviene en la batalla del Bidasoa y toma del cerro de Larrún (La Rhune, Francia) el 7 de octubre, en la de Sara (Sare, Francia) el 13 del mismo, y en los campos de dicho pueblo y alturas de Añora el 10 de noviembre (Batalla del Río Nivelle).
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Batalla del Bidasoa |
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Recorrido de Manuel Pérez-Fanosa durante la Guerra de la Independencia |
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Tras la guerra el ejército español sufrió una serie de profundos cambios, influenciado precisamente por las ideas procedentes de la potencia contra la que había luchado. Su ejército y, más concretamente, su líder Napoleón habían sido una inspiración para muchos militares, pero cuando Fernando VII regresa al poder en el año 1814 decreta ilegales las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, que, entre otras cosas, habían abierto las puertas de los Colegios Militares a todo aquel que quisiera hacer carrera militar en el ejército. Tras su derogación, los militares liberales fueron arrestados o trasladados a África o a América, se restableció el Consejo de Castilla, se destituyó a los alcaldes, se restablecieron las capitanías generales, regresó la Compañía de Jesús, se reinstauró la Inquisición y se persiguió a los afrancesados, que habían apoyado a los franceses, o comulgado con sus ideas reformistas durante la ocupación.
Pero lo peor fue que España se enfrentó a una de las crisis económicas más graves de su historia. El país se encontraba arrasado, la agricultura esquilmada, la industria hundida, las comunicaciones destrozadas y la Hacienda en bancarrota, a lo que había que añadir el inicio de la emancipación de los territorios americanos, con la consiguiente interrupción del comercio de ultramar y la llegada de productos y metal acuñable. La escasez de numerario paralizó la actividad económica: los precios se hundieron, los bancos y las empresas quebraron y el comercio se redujo a mínimos. A pesar del enorme déficit presupuestario, el rey no solo se opuso a rebajar la ley de la moneda (que se esfumaba en manos de comerciantes y contrabandistas), sino que también se opuso a conseguir dinero, tanto si era a través de la solicitud de empréstitos procedentes del exterior, como si era mediante una contribución especial del clero y la nobleza del país. La negativa del régimen absolutista a cualquier tipo de medida aperturista y liberalizadora del mercado abocó al país irremediablemente a la ruina.
El ejército también fue uno de los principales damnificados. Escaso de recursos materiales y humanos por culpa de la guerra, encontramos en él a dos tipos de militares: los regulares, antiguos oficiales de cuartel, casi todos fieles al rey, y los guerrilleros, hombres cuya profesión anterior no era la castrense y que, sin embargo, se habían curtido en el campo de batalla. A la vuelta de Fernando VII, los primeros, no siempre los más destacados en el campo de batalla, pasaron a ocupar los puestos de mando más relevantes, mientras que los segundos, para su indignación, se vieron relegados a un segundo plano o, simplemente, marginados. Además, la reducción del ejército y el regreso de los oficiales prisioneros en Francia dio lugar a que la mayoría de ellos se quedasen sin empleo. Muchos liberales héroes de guerra y guerrilleros se vieron incluidos entre éstos, y los restantes no recibieron paga completa o fueron destinados a oscuros puestos en provincias, que achacaron a una deliberada condena política. Este ambiente animó a muchos a promover acciones para lograr un cambio de sistema político. No hay un año durante el sexenio en el que no se manifieste el elemento militar en contra del Gobierno. A esta intervención, propia del siglo XIX, se la denominó “pronunciamiento”, un fenómeno novedoso, que se convirtió a partir de entonces en una forma específica de combatir el sistema político imperante y se mantendrá a lo largo de toda la historia contemporánea de España. Hubo varios pronunciamientos durante este período, aunque uno tras otro fracasaron en su intento y la mayoría de sus promotores fueron ejecutados: Juan Díaz Porlier, Vicente Richard, Luis de Lacy, Joaquín Vidal, Rafael del Riego...
Como decíamos más arriba, las autoridades absolutistas trataron de alejar de España a todos aquellos militares que eran considerados sospechosos de liberales. Este debió ser el caso de Manuel Pérez Fanosa, que todavía varios años después se le recordaba por haber sido “el terror de los defensores del absolutismo” (“El Español”, 18 agosto, 1836). Después de estar en la línea del Pirineo a lo largo del año 1814 hasta que se firmó la paz, al año siguiente se incorporó al Ejército Expedicionario del general Pablo Morillo, que se encontraba acuartelado en Jerez de la Frontera esperando órdenes para embarcar rumbo a Montevideo, que había sido tomado por las las fuerzas independentistas del Río de la Plata. Durante todo el acuartelamiento, los soldados estuvieron vigilados permanentemente ante la sospecha de posibles deserciones. Finalmente, el 17 de febrero de 1815, partió de Cádiz la llamada "Expedición Pacificadora" formada por unos 10.000 hombres, que en un principio tenía como destino, como decíamos, Montevideo, pero que tuvo que ser desviada para sofocar la sublevación de los insurgentes venezolanos. El convoy naval estaba formado por más de 60 buques. El 28 de marzo, cuando la expedición se encontraba frente a las costas de Tobago, la fragata Bigarrena, perteneciente a la Compañía de Filipinas, en la que iba Fanosa, con 200 personas a bordo, la mayoría soldados, recibió el impacto por babor del bauprés de otra nave, quedando ambas enredadas por las encordaduras y totalmente desarboladas. El impacto provocó que la cubierta de la Bigarrena quedase cubierta de un amasijo de tablas y palos, que la inutilizaban. Tan grave era la situación que hasta el capellán de Artillería comenzó a repartir la bendición entre la tripulación. En medio del caos, cuando la mayoría buscaba la manera de lanzarse al agua y huir de un naufragio seguro, Manuel Pérez Fanosa, junto con otros oficiales comandados por el teniente Pedro de Loyzaga, lograron mantener a flote ambos barcos, obligando a la tropa a que volviese a la bodega y que la marinería retirase los restos de la cubierta y pusiese velas en los palos que quedaban. Sorteado casi milagrosamente el peligro, el día 10 de abril Manuel participó en la toma de la Isla de Margarita, que cinco años antes había declarado la independencia de la Corona de España.
En mayo es trasladado a Puerto Rico, donde conoce María de la O Bacener, hija de Antonia Aldao y de Josef Bacener, Oficial Mayor de la Contaduría. De esta relación, que no terminó en matrimonio, ella tendría un niño a quien le pondría el nombre de José María de los Dolores, nacido en Naguabo el 3 de junio de 1817.
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San Juan de Puerto Rico en una imagen de mediados del S. XIX |
Dos años después, en junio de 1819, Fanosa es destinado de nuevo al "Ejército de Montevideo", y en octubre abandona Puerto Rico, pero rumbo a España, desembarcando en Santander a mediados de diciembre, donde permanecerá de guarnición durante algo más de un año. A Puerto Rico no regresaría jamás. En 1826, María de la O pagaría la cantidad de 5500 reales que costaba, según la Cédula de Gracias al Sacar de 1801, legitimar a José María como hijo de Manuel Pérez Fanosa. La legitimación era imprescindible en aquellos tiempos, entre otras cosas, para poder acceder a buenos colegios, a una carrera política o militar, o para contraer un matrimonio provechoso.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El día de año nuevo de 1820 se produce en Cabezas de San Juan (Sevilla) el pronunciamiento militar del teniente coronel Rafael de Riego, quien logra proclamar la restauración de la Constitución de Cádiz de 1812 (“La Pepa”). Lo que inicialmente comenzó siendo un pequeño levantamiento, logró prolongarse en el tiempo hasta que consiguió los suficientes apoyos como para que Fernando VII acatase la Constitución dos meses después. Este corto período de tres años se caracterizó por la prolongación y ahondamiento de la inestabilidad política y económica del país, agudizada a su vez por la continua desafección del rey al régimen constitucional y por los conflictos entre liberales “doceañistas” o “moderados”, llamados así por ser partidarios del equilibrio de poderes entre las Cortes, el Rey y la Constitución de 1812, y liberales “veintenos”, “veinteañistas” o “exaltados”, partidarios de redactar una nueva constitución que dejase clara la sumisión del ejecutivo al legislativo y del rey a la soberanía nacional, además de propugnar una apertura mayor de las libertades y reformas sociales. Una parte de estos últimos eran declaradamente republicanos.
En 1821 Fanosa vuelve a la acción militar y participa en varias acciones del ejército constitucional para sofocar las sublevaciones antiliberales que se iban sucediendo por el Noreste del país. Así, el capitán general de Guipúzcoa, Gabriel Álvarez de Mendizábal, le confió en Vergara (Guipúzcoa) una pequeña vanguardia para controlar a los sublevados en el levantamiento antiliberal sucedido en Salvatierra (Álava), en el mes de abril. Fue nombrado por el mismo general "vocal en los consejos de Victoria", donde juzgó a José Joaquín Urbistondo, cura de Pipaón, al que no creyó reo de muerte "ni a ninguno de los que por casualidad cayeron bajo de mi fallo" (Relación de Vicisitudes que el Capitán D. Manuel Pérez presenta a la Sub Inspección).
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Vista parcial de Pipaón (Álava) |
Al año siguiente pasa a Aragón con su regimiento en dirección a Tamarite (de Litera), que se había sublevado, capturando en una colina cerca de Alcampel a Gregorio "el Tuerto de Tamarite", "un antiguo y famoso ladrón de aquella comarca", en palabras de Fanosa.
Después de esta acción continuó hacia Cataluña con un batallón a las órdenes del general José María de Torrijos, combatiendo con "enemigos mal organizados, aunque tenaces". Cerca de Lérida son atacados por Francisco Badals, alias "Romanillos", un antiguo guerrillero antiliberal. Cuando todo parecía perdido, Fanosa tomó la iniciativa del regimiento, reconduciendo la situación y logrando salvarlos del desastre. Según su testimonio el teniente coronel Juan Van Halen se apropió indebidamente de esta acción.
Retorna a Aragón a las órdenes de Zarco del Valle, quien le encarga perseguir a Antonio Marañón, alias "El Trapense", un conocido monje guerrillero, fanático defensor del absolutismo. Durante la persecución sorprendió en Benabarre a otro guerrillero antiliberal llamado "Palomera", a quien le requisó sus armas.
Continuó a Zaragoza, donde lee en los periódicos críticas a su acción en Alcampel, que él califica de injuriosas. Allí recibe órdenes para marchar bajo las órdenes del brigadier José de Torres que se dirige a la ciudad de Calatayud para levantar el asedio al que estaba siendo sometida por la partida de Mariano León, otro cabecilla realista local, también de origen guerrillero. Una vez levantado el sitio, continuó en el acoso a la partida de Mariano León, pasando por Ateca y, luego, Luesma. La persecución obtuvo sus frutos y a finales de año logró la dispersión de la misma, cuando esta había alcanzado el castillo de Aliaga.
Regresa con José de Torres a Ateca para incorporarse a las fuerzas de Manuel de Velasco y Coello, Comandante General de Aragón, y de allí parte hacia Castilla para unirse a las de Enrique José O'Donnell, Conde de la Bisbal, en persecución de la retaguardia de Jorge Bessieres. Llegan a Sacedón a finales de enero y allí Fanosa advierte la delicada posición de su ejército, rodeados por las montañas tomadas por Bessieres y con el río a sus espaldas, que impedía cualquier operación de retirada. Ante el peligro que esto suponía, aprovechando la oscuridad de la noche, Fanosa decide desalojar al enemigo de las alturas con un pequeño grupo de hombres. Pese a que su acción resulta ser todo un éxito, el parte del Conde la Bisbal atribuye "erróneamente" la acción a Demetrio O'Daly y a Juan Van Halen, una vez más.
La Bisbal le confía a Fanosa la infantería de vanguardia que tuvo que enfrentarse en Huete y Priego (Cuenca) a las divisiones enemigas. En la persecución pasaron por Molina de Aragón y en Medinaceli el general le encargó que fortificase con su regimiento el palacio ducal. Disuelta la división de Bessieres y retornando este a Castilla, Fanosa recibió el encargo de perseguirlo, aunque sin éxito.
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Palacio Ducal, Medinaceli |
Para entonces, el rey borbón Luis XVIII de Francia ya había decidido intervenir militarmente en España para ayudar a su pariente Fernando VII, enviando en abril de ese año a los “Cien Mil Hijos de San Luis”, un contingente formado por más de 95.000 soldados franceses bajo el mando del duque de Angulema, Luis Antonio de Borbón. Tras atravesar los Pirineos sin encontrar prácticamente oposición, obligaron a las fuerzas liberales a retroceder hasta Cádiz, junto con el gobierno y el propio rey, que en la práctica era su rehén.
Las noticias de la entrada del ejército francés motivó del aumento de las deserciones dentro del ejército liberal. El batallón de Fanosa no debió de librarse de estos intentos, cuando habla en su informe de la "ocurrencia" de Pastrana (Guadalajara), que causó la pérdida de las "riendas de la disciplina" del batallón. Aún así, parece que logró mantener la disciplina de sus hombres reorganizándolo de nuevo, esta vez a las órdenes del marqués de Castelldosríus, Francisco Javier de Oms y Santa Pau, ya que el Conde de La Bisbal, barruntando el final del régimen, acabó desertando del bando liberal. El marqués Castelldosríus los condujo a Extremadura, donde se unió a Miguel López de Baños, que había sido ministro de la Guerra durante el año anterior y ahora se encontraba al mando del 3er. ejército de operaciones para intentar sofocar el levantamiento de Sevilla, objetivo que no logró. Continuaron su camino hacia Huelva para embarcar rumbo a Cádiz, a donde había llegado el Gobierno Constitucional con Fernando VII a mediados de junio de 1823. Unos días después llegarían las fuerzas francesas al Puerto de Santa María y Puerto Real, dando inicio al asedio de Cádiz en el que Fanosa participó activamente en la defensa de El Trocadero y La Isla de León.
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Itinerario de Manuel Pérez-Fanosa durante el Trienio Liberal |
Durante los días que duró el asedio, los soldados constitucionales recibieron constantes noticias que apuntaban a una inminente llegada de las tropas del general Ballesteros y a una probable intervención militar de Inglaterra en su auxilio. Ni una ni otra se harían realidad. La noche del 15 al 16 de julio algunos hombres del ejército constitucional realizó una salida para reconocer las fuerzas enemigas a las órdenes del teniente coronel de artillería Antonio Casano, un personaje muy renombrado durante el conflicto por su valentía. Aunque en algunas crónicas de la época se relata esta acción como un éxito, Fanosa no lo describe así en sus informes; sin embargo, fue otra ocasión más para demostrar su valor, ya que rescató en medio del fuego enemigo a Casano, que había caído gravemente herido y falleciendo al día siguiente. Los medios oficiales también atribuyeron esta acción a otros militares, negándole una vez más el merecido reconocimiento a su verdadero actor. Curiosamente, años después, el político Mateo Miguel Ayllón, rememorando a Antonio Casano en una intervención en las Cortes, cita erróneamente a Manuel como Miguel Pérez, aunque solo como mero testigo y no como principal protagonista de esta hazaña (Diario de las Sesiones de Cortes, Sesión del día 14 de enero de 1837, pág. 134).
Finalmente, los franceses acabarían tomando El Trocadero el 31 de agosto, objetivo que inclinó definitivamente la victoria a su favor. Fernando VII sería liberado el 1 de octubre. Fanosa, después de haber asistido a la "oscilación y variedad de pareceres que aproximaban aquel gobierno a su pronta caída", abandonaba Cádiz camino de su tierra natal. No pudieron disfrutar de esa suerte muchos de sus compañeros que acabaron siendo ejecutados durante la restauración del absolutismo que dio paso a la "Década Ominosa".
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Toma de El Trocadero (Cádiz) por las fuerzas francesas. |
La Década Ominosa (1823-1833)
Una vez recuperado Fernando VII su poder se "inauguró" la "Década Ominosa", una etapa donde la mayor parte de la intelectualidad se vio obligada a abandonar el país. Los que lograron quedarse sufrieron un proceso de purga mediante su ajusticiamiento (como Rafael de Riego, ahorcado el 7 de noviembre de 1823 en la Plaza de La Cebada de Madrid), la marginación o el retiro de sus cargos. Fanosa permaneció en su casa de Yerbo, parroquia de Miño (Tineo), hasta 1835. En 1824 fallecía su madre Manuela, cinco años después que su padre, Francisco, recibiendo en herencia los bienes que tenía la familia en dicha aldea. También volvió a casarse, en esta ocasión con Ángela Fernández Trabanco, con quien tendría dos hijas, Manuela y Maximina.
Primera Guerra Carlista (1833-1840)
En marzo de 1830, seis meses antes de que naciera su hija Isabel, Fernando VII publica la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada en 1789, dejando sin efecto el Reglamento del 10 de mayo de 1713, que excluía la sucesión femenina al trono hasta agotar la descendencia masculina. Se restablecía así el derecho sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas de Alfonso X “El Sabio”, según el cual podían acceder al trono las hijas del rey difunto, en caso de morir el monarca sin hijos varones. Cuando el rey muere el 29 de septiembre de 1833, su hija es proclamada reina bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias. El hermano del rey, Carlos María Isidro, que había sido el heredero al trono durante el reinado de su hermano, no la reconoce como Princesa de Asturias y, en el Manifiesto de Abrantes, reclama los derechos dinásticos autoproclamándose Carlos V y conduciendo al país a la Primera Guerra Carlista. Pero a parte de los derechos dinásticos, hubo otros desencadenantes. Fernando VII no había vuelto a restaurar la Inquisición y permitió, en los últimos años de su reinado, ciertas reformas para tratar de atraer a los liberales, entre cuyos proyectos se encontraba igualar los derechos y costumbres en toda España, acabando con las leyes y los fueros particulares que disfrutaban algunas regiones. Esto provocó que los sectores más retrógrados de la sociedad se agrupasen en torno a su hermano.
Dos años después de iniciarse el conflicto, Fanosa es movilizado de nuevo, integrándose en el Provincial de Pontevedra. Durante 1835 y la primera mitad de 1836, opera como comandante de las fuerzas liberales acosando y sometiendo a las partidas carlistas que actuaban en la provincia de Lugo, siendo especialmente activas en Burón (Fonsagrada). Dentro de estas operaciones hay que ubicar uno de los actos más terribles de su carrera militar, cuando en abril de 1836 "por ocurrencias de la guerra" ordenó fusilar en el lugar de Vilar de Cuiña (Fonsagrada) a Manuel Sánchez y Andrade, cura párroco de Santa María de Villabol de Suarna (Libro de difuntos de Santa María de Villabol de Suarna, Lugo, 1812-1847. f. 120r).
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Vilar de Cuiña (Fonsagrada, Lugo) |
El 3 de julio de 1836, entra en Asturias por el puerto de Tarna el general carlista Miguel Gómez Damas al mando de casi 3.000 soldados (el denominado “Ejército Real de la Derecha”, creado para atraer apoyos a la causa carlista en el noroeste). Es seguido de cerca por el ejército liberal encabezado por el general Espartero, que casi lo triplica en número. Gómez cruza Asturias de Este a Oeste en dirección a Galicia, pasando por Pola de Laviana, Sama de Langreo, Oviedo, Grado, Salas, La Espina, Tineo, Borres (Tineo) y el Puerto del Palo (Pola de Allande). El comandante Fanosa, con intención de entorpecer el avance, toma el puente de Salime (cerca de la actual central de Grandas, hoy sumergido bajo las aguas del pantano) con una columna del Provincial de Pontevedra y fuerzas de la Guardia Nacional. La superioridad tanto en número como en efectivos de los carlistas obliga a Fanosa a retirarse a Grandas de Salime, y luego, a Fonsagrada, donde ordena fortificar el entorno de la iglesia y la plaza mayor del pueblo, disponiendo en esta ocasión con más hombres y alguna pieza de artillería. Sin embargo, el empuje de los carlistas resulta imparable y, tras un violento enfrentamiento, los liberales abandonan las posiciones, huyendo hacia la ciudad de Lugo, donde los espera el capitán general de Galicia, Manuel de Latre.
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A la izquierda, puente de Salime (en la actualidad cubierto por las aguas del pantano de Grandas) y a la derecha foto del entorno de la iglesia de Santa María de Fonsagrada realizada en la década de los años 20 del S. XX por Ruth Matilda Anderson. |
La expedición de Gómez pasa cerca de Lugo en dirección a Santiago de Compostela, permaneciendo a penas dos semanas en tierras gallegas al no lograr el apoyo deseado. Mediante un continuo hostigamiento los liberales iban consiguiendo su propósito de desgastar y desmotivar a las fuerzas enemigas, que volvieron a penetrar en tierras asturianas, atravesando Los Oscos en dirección a Grandas de Salime. Tras descansar en Berducedo, Gómez decide abandonar Asturias, dirigiendo sus tropas hacia Cangas de Tineo (Cangas del Narcea), pasando a la provincia de León el día 30 de julio a través del Puerto de Leitariegos.
Fanosa, saliendo en apoyo del coronel Alonso Luís de Sierra, jefe de la columna del Bierzo, acosará a la retaguardia de Sanz hasta los alrededores de la localidad leonesa de Villariño del Sil, a pocos kilómetros al Sur de Villablino. En la confrontación los carlistas pierden a 32 hombres y 40 son hechos prisioneros. Rafael Lorenzo, en su libro sobre la primera guerra carlista en Tineo, anota que en esta acción el Provincial de Pontevedra persiguió a un batallón comandado por el capitán carlista Flórez Collar, que se había desgajado del principal de Sanz, hasta su total aniquilación en Teverga. Posteriormente, el día 2 de agosto, en un encarnizado enfrentamiento, muere uno de los comandantes del Provincial, Ramón Novoa. Los prisioneros carlistas son fusilados de inmediato.
El 22 de agosto, el diario liberal “El Español”, clama por la regeneración de Asturias y "establecer tres ó cuatro columnas de tropas de 200 ó 300 hombres cada una al mando de gefes de conocida opinión, prácticos y experimentados como Fanosa, Baqueros, tan bizarro como desatendido, Caunedo y otros, que recorriendo incesantemente las aldeas y montañas, las limpien de las gavillas miserables que han quedado, restablezcan la tranquilidad, inspiren confianza á los pacíficos labradores, y castiguen, sin las contemplaciones que hasta aquí, á los malvados, que á la sombra de la impunidad de repetidos indultos, que repiten á mansalva sus crímenes, y vuelven sosegados á sus casas con el fruto de sus rapiñas”.
Durante esas fechas, la ausencia de la columna del Provincial de Pontevedra fue aprovechada por varias partidas de bandidos para saquear los pueblos de los alrededores de Fonsagrada, según reza en un artículo del “Eco del Comercio”:
“El día 29 (de agosto) salió de esta ciudad en dirección á Burón una columna fuerte de 300 hombres del provincial de Pontevedra al mando del Sr. Pardiñas. Parece que los vándalos buroneses, aprovechando la ausencia de la que mandaba el valiente guerrero Pérez Fanosa, han vuelto á su ejercicio habitual, robando los pueblos y cometiendo todo género de iniquidades.” (“Eco del Comercio”, 7, de septiembre, 1836).
A pesar del fracaso de la expedición de Gómez, los carlistas enviaron otra nueva con 1.500 hombres bajo las órdenes de Pablo Sanz, que entró en Asturias desde Cantabria el día 28 de septiembre.
El día 4 de octubrealcanzan Oviedo, pero tras unos pequeños escarceos en los alrededores, alertados de la llegada de una división de soldados de la reina a las órdenes del general José María Peón, proseguirán su marcha hacia El Escamplero (Las Regueras). Al día siguiente, en el puente de Peñaflor, se encuentran con una fuerza de nacionales a las órdenes de Fanosa con órdenes de “incomodar” el paso por dicho puente. Los carlistas, una vez conseguido echarlos y destrozar parte del puente, cruzan Grado en dirección a Cornellana.
De Cornellana pasan a Tineo, a cuya capital llegan el 6 de octubre, donde descansan dos días. El día 8, las tropas de Sanz abandonan la villa en dirección a Cangas y Villablino. La retaguardia, que todavía permanecía en San Roque, es alcanzada por “una avanzada de la caballería de la reina, al mando del coronel Álvarez: es una columna del Provincial de Pontevedra, que se había unido a la división de Peón en Oviedo. Al llegar a La Curiscada, a Santa Eulalia, el comandante Don Manuel Pérez Fanosa, militar tinetense, toma la iniciativa y lanzándose a toda prisa con 77 nacionales del concejo, pone en fuga a los invasores en las inmediaciones de la ermita de San Roque” (Lorenzo Antón, Rafael “La Primera Guerra Carlista en las Asturias de Tineo”, pág. 110, Tineo, 2002).
El propio Fanosa describe en un parte publicado en la "Gaceta de Madrid" (nº 678, 18/10/1836) lo sucedido allí:
"Setenta y siete bravos nacionales de Tineo, Cangas y Navia acaban de despojar esta villa de la despreciable facción Navarra con tres cargas de bayoneta dadas con valor irresistible. Pocas veces he visto tanto: ensayados los más por primera vez contra una división tan superior, brillaba á la par el noble ardor con que se abalanzaban fieramente al enemigo para librar sus hogares de tan funesta plaga. La noche ayudó á tan feliz suceso con la sola pérdida de dos heridos. Daré en breve relación de tan distinguidos nombres para el debido premio que reclamo de la cruz de S. Fernando é Isabel II, en proporción de las clases y mérito. Por cinco prisioneros me consta se puede aprovechar mañana la jornada de hoy.". Esta acción supuso que el comandante general de Asturias, Alonso Luís de Sierra lo nombrase "gobernador militar de esta capital y sus fuertes", “atendiendo al patriotismo, decisión, y actividad". También pesaba en la decisión, la sospecha de que Sanz no tardaría en regresar para tratar de tomar la ciudad.
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Vista de La Curiscada y Santa Eulalia desde San Roque |
Todavía algo más de cien años después, en pleno franquismo, la voluminosa "Historia del tradicionalismo español", una apología del carlismo, cita varias veces a Fanosa, entre ellas para dudar de la veracidad de la acción de Tineo:
"Pensar que 67 hombres que ni siquiera eran soldados, sino guardias nacionales, derrotaron con tres cargas a la bayoneta a tres batallones de Infantería y dos escuadrones de Caballería, ninguna pérdida de los cristinos, es burlarse el Coronel Fanosa del Comandante general Sierra, y el Comandante general burlarse del Ministerio de la Guerra, García Camba, si es que el Gobierno no se burlaba de los cristinos liberales, aunque éstos se las dieran de muy intelectuales". [FERRER, Melchor; TEJERA, Domingo; ACEDO, José F. (1941-1979): Historia del Tradicionalismo Español, Editorial Católica Española, Tomo IX, pág. 165.]
El 17 de octubre, el general carlista regresa de nuevo a Asturias por Pajares con el propósito de entrar en Oviedo, aprovechando que su perseguidor, el general José María Peón, se encontraba en León capital descansando después de una infructuosa persecución por el Bierzo, Laciana, Babia y Luna. La ciudad contaba con el Provincial de Pontevedra, 200 infantes que había dejado el general Peón, una compañía de artillería de Gijón y 200 hombres de la Milicia Nacional de Oviedo y otros concejos.
El día 19 se produce la batalla, que duraría unas cinco horas y acabaría decantándose del lado liberal. Durante la lucha, Fanosa es herido. Así lo relata “La Gaceta de Madrid” el 27 de octubre, copiando el parte del comandante general Alonso Luís de Sierra, quien había ordenado a Manuel la dirección de las fuerzas existentes en la ciudad, desde la plaza del ayuntamiento y a lo largo de la antiguo camino real de Castilla:
“Los bravos defensores de la fortaleza y S. Isidoro hicieron varias salidas por S. Francisco y puerta Nueva, ofreciendo mil pruebas de valor. En una de aquellas el impávido Perez Fañosa, acompañado del esforzado capitán de la Milicia nacional D. Antonio Canella, del guardia de la Real Persona D. José Collera, y del Miliciano de caballería D. Francisco Quiñones con otros Nacionales y soldados de Pontevedra, fue acometido por tres lanceros, y agarrando con fiereza el hierro que le habia herido gravemente en el costado izquierdo, dio en cambio á su adversario una estocada mortal.”.
"El Eco del Comercio" vuelve a hacer eco el 6 de noviembre de la acción de Fanosa:
“La mayor parte de los granaderos nacionales y algunos movilizados, abandonando su baluarte, se presentaron en la calle, y unidos á los esforzados cazadores de Pontevedra, á la cabeza del espartano don Manuel Pérez Fanosa, cargaron á la bayoneta con valor inimitable, arrojando á los caribes hasta los últimos de la calle de los Ángeles, desde donde hubieron de retirarse para no ser envueltos por la caballería, logrando no obstante herir gravemente de lanza á Pérez Fanosa, que libertaron de ser muerto ó prisionero los granaderos don Ramón Fontela, oficial del gobierno político, y don Ramón Mata. Por todas las calles donde penetraban los rebeldes encontraban la muerte y la resistencia más obstinada.”
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Antigua foto de la Plaza de la Constitución, Oviedo, con la iglesia de San Isidoro y el ayuntamiento. Foto: Archivos Estatales. |
Sin embargo, en ese mismo diario, el día 13 de noviembre, el coronel Ramón Pardiñas, jefe del Provincial de Pontevedra y testigo directo de los hechos, detalla y puntualiza la versión de Alonso Luis de Sierra:
“El comandante D. Manuel Pérez Fanosa tomó el mando de la compañía de cazadores avanzada y de la de granaderos nacionales y sección de movilizados situados en san Isidoro y la casa de ayuntamiento, con orden del señor comandante general de replegar á san Isidoro la compañía de cazadores de Pontevedra, sostenida á su izquierda por la segunda del mismo cuerpo colocada en santo Domingo”.
[…]
“La vanguardia facciosa se dividió en dos columnas, la una en que iba el mismo cabecilla con toda la caballería que había quedado á retaguardia, se dirigió al barrio del Montico hasta el pontón del Gallo, saliendo hasta los prados de S. Lázaro; […] otra columna en que iban los 30 caballos de vanguardia y medio batallón marchó directamente por la carretera y atacó al teniente […] D. José Pita da Beiga que con 10 hombres se hallaba situado al lado de la última casa de La Luneta en la que había ocho cazadores y un cabo que había colocado el comandante Fanosa. Pita rompió el fuego y detuvo al enemigo; pero observó que se dirigían guerrillas por su izquierda con el objeto de cortar su retirada, […] entonces resolvió retirarse y salvar los ocho hombres y el cabo que estaban en una casa sin ninguna defensa: los reunió y marchó ignorando desgraciadamente la colocación de otros soldados en la misma calle en casas de tabiques, que han sido muertos ó prisioneros combatiendo como héroes, y que este bravo oficial hubiera salvado si se lo hubiera prevenido el comandante Pérez Fanosa, que los había situado en tan débiles edificios. Pita debía ser reforzado en la Puerta Nueva según se le había asegurado; pero no hallando ninguna reserva y viendo que los enemigos eran ya dueños del campo santo, continuó su retirada hasta la esquina de la calle del Matadero, boca calle que va al Fontán y calle de la Magdalena, en donde se sostuvo por espacio de dos horas haciendo continuo fuego al enemigo, ausiliado repetidas veces por el capitán de cazadores don Luís Sprekmans, que le proveyó de municiones”.
[…]
“El comandante don Manuel Pérez Fanosa habiendo reforzado á Pita hasta el número de 34 hombres inclusos 10 guardias nacionales, al mando del malogrado don Antonio Canella, le mandó cargar á la bayoneta; la carga fue rápida y brillante: el enemigo huyó por todas partes perseguido por los valientes que sin contar su número solo anhelaban la victoria ó la muerte; el comandante Pérez se adelantaba intrépidamente, pero esta pequeña fuerza sin ninguna reserva, lejos de los puntos fortificados fue á su vez cargada bruscamente por un piquete de caballería enemiga y por su infantería que estaba en reserva: fue preciso ceder y retirarse con algún desorden: en este momento desgraciado, el apreciable patriota don Antonio Canella, capitán de granaderos de la Guardia nacional, combatiendo con intrepidez heroica, recibió la herida mortal que le arrebató á las esperanzas de la patrial, también fue herido mortalmente el valiente nacional de caballería don Francisco Quiñones: dos soldados que se habían adelantado quedaron prisioneros, otro cazador fue muerto, y el mismo comandante Pérez fue herido de un lanzazo: el enemigo avanzaba orgulloso deseando destruir hasta el último resto de estos bravos, pero algunos tiros disparados de la casa de ayuntamiento detuvieron á los ginetes más adelantados; al mismo tiempo que Pita reunía algunos valientes que hicieron fuego y rechazaron al enemigo: el comandante Pérez hirió de una estocada á su contrario que le perseguía de cerca y se retiró á san Isidoro”.
El día 20 de octubre llega el general Peón, que es sustituido por el capitán de Castilla la Vieja, Antonio María Álvarez, quien, inmediatamente, reanuda la persecución del enemigo.
A partir de los combates en Oviedo, y ante el fracaso de la expedición, Sanz y sus hombres comienzan un largo peregrinaje por el centro de Asturias, atosigados por el capitán Álvarez. Vuelven a pasar a la provincia de León a través de Somiedo y se cuelan dos veces más en Asturias (por Tarna), antes de abandonarla definitivamente. En su persecución está nuevamente Fanosa al frente, una vez recuperado de sus heridas:
“El bravo Fanosa mal curado aún de su herida marcha á la cabeza de cuatrocientos hombres á vanguardia del comandante general de Asturias contra la facción de Sanz; que derrotada y en muy mal estado volvió á penetrar en esta provincia en número de 900 hombres habiendo perdido toda la demás gente en los encuentros con nuestras tropas al paso por esta leal Asturias. Fueron tales los desfalcos que sufrió que ha quedado reducida á tan corto número, y está muy descontento de su gefe, en términos que se reveló contra él acusándole de traidor y obligándole á marchar á pie por espacio de seis días. Van descalzos, desnudos y sin municiones, y no están para encontrarse en bromas como las que gasta Fanosa y la tropa que los persigue. Así es que tomó la dirección de Llanes, y á estas horas tiene desocupado el suelo asturiano. Los persigue Mir y otras divisiones en combinación y esperamos su pronto fin” ("Eco del Comercio", 25, noviembre, 1836).
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Recorrido realizado por Manuel Pérez Fanosa, durante la primera guerra carlista, entre 1835 y 1836. |
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Manuel ocupó el cargo de Gobernador Militar de Asturias durante el año 1837. Ese año el pretendiente al trono, Carlos María Isidoro, trató de tomar Madrid con un ejército procedente de las regiones vascongadas, la conocida como "Expedición Real", pero el fracaso de la misma supuso un duro golpe moral para los carlistas.
En 1838 Fanosa se reincorporó de nuevo a la acción, marchando a las regiones del levante español. Intervino con los suyos en varias acciones importantes de la guerra, como el sitio de Morella (julio-agosto de 1838), que fue un fracaso para los liberales y una pequeña bomba de oxígeno para los carlistas, comandados aquí por el "Tigre del Maestrazgo", Ramón Cabrera.
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A la izquierda, Morella (Castellón) en la actualidad. A la derecha, grabado del sitio de Morella (agosto, 1838). |
Pero la balanza continuó inclinándose del lado liberal, que contaba con muchos más medios económicos y militares. Fanosa destacó en la liberación de Lucena del Cid (Valencia), en junio de 1839, quedando reflejada en varios libros de la época. El 31 de agosto, finaliza la contienda en el Norte, escenificado con el "Abrazo de Vergara" entre los generales Espartero y Maroto; sin embargo, Cabrera no acepta el acuerdo y la guerra continuará otro año en el entorno de El Maestrazgo. Esto supuso que los liberales pudiera trasladar efectivos desde el Norte.
Finalmente, al año siguiente, 1840, último de la guerra, Fanosa participa en el asedio y rendición del castillo de Alpuente (Valencia), entre 26 de abril y el 2 de mayo. Allí coincide con su hijo, José Pérez Bacener, que se encontraba en España desde hacía dos años con el ejército del Norte y no había vuelto a ver desde que se fuera de Puerto Rico veinte años atrás.
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Castillo de Alpuente, Valencia |
La destacada participación de Fanosa en Alpuente fue recompensada con la Cruz de Comendador de la Orden de Isabel la Católica, condecoración que no recibiría en vida, ya que el 29 de junio, tras varias semanas enfermo, fallecía en la plaza militar de Segorbe (Valencia), pocos días antes de que finalizase la guerra con la derrota de los carlistas.
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Recorrido realizado por Manuel Pérez Fanosa, durante la primera guerra carlista, entre 1838 y 1840. |
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Cruz de Comendador de la Orden de Isabel la Católica semejante a la que habría recibido Manuel Pérez Fanosa. |
Hemeroteca consultada:
Bibliografía:
· Baerga, María del Carmen,
Negociaciones de Sangre: Dinámicas racializantes en el Puerto Rico decimonónico, Iberoamericana Editorial Vervuert, S.L. 2015.
· Fernández, Agustín Severiano, Viage á Cadiz de un miliciano nacional de Madrid en 1823. Madrid, 1835. Imprenta de D. León Amarita.
· Fernández, Salvador, "Familia Casa Hilario y otras casas del Rellón y La Fanosa, Salvador Fernández Fernández, 2001.
· Gil-Loyzaga, Pablo E., Cuatro siglos en Puerto Rico, Visión Net, 2007.
· Lorenzo Antón, Rafael, La primera guerra carlista en las Asturias de Tineo, Asociación Cultural Conde de Campomanes, 2002.
· París, Álvaro, El populacho soberano: la dimensión popular de la segunda restauración absolutista en Zaragoza (1823-1824),págs. 37-64, Revista de Historia Jerónimo Zurita, Zaragoza Amotinada: Protesta popular, espacio y politización (Siglos XVII-XX), 98, Primavera, 2021.
Páginas web:
· Lozano Allueva, Francisco Javier,
Días de violencia en 1823. Hechos casi olvidados durante el Trienio Liberal,
http://www.blesa.info